22 de abril de 2014

JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Instante
Mural escultórico de José Luis Fernández, construido en acero cortén, cobre y latón, situado en el Vestíbulo de la Estación de Ventas del Metro de Madrid. Medidas: 25 x 3 metros.  

José Luis  vive en Madrid. Desde siempre, desde muy joven, se interesó por el mundo artístico. Bisnieto del prolífico dramaturgo Don Jacinto Benavente, José Luis ama todo lo relacionado con el arte y lo experimenta.


Es un artista polifacético: músico, escultor, pintor de diversas técnicas,  aunque se convierte con el tiempo en un experto acuarelista, sin olvidar la escritura, sobre todo sus poemas.
Miembro de la Asociación de Pintores y Escultores, ha participado desde 1980 en certámenes nacionales de pintura y acuarela.
Ama profundamente esta tierra de Almería, a la que conoce sobradamente. Tanto que ha dejado reflejada en sus lienzos  prácticamente todas sus playas, en las que el sol y la luz mediterránea crean un escenario donde la tierra se integra con sus ocres, verdes y grises, para crear una armonía que evoca espacios donde uno siempre quisiera estar.
Poseen obra suya La Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Almería, El Ayuntamiento de Madrid, el  Metro de Madrid, en cuya estación de Ventas, se puede apreciar un  mural escultórico taurino de 25 mts. de largo por 3 de alto, situado en el vestíbulo de la estación, y un largo etc.
Sus obras se encuentran también en colecciones privadas de prácticamente toda España, además de Francia, Italia y Escocia.
Su inquietud por la cultura le hace buscar siempre nuevos horizontes afirmando que “ no quedarse en el hacer de siempre, probar con otras formas, es la única manera de encontrar lo inesperado”.
Esta su incesante búsqueda, le hace crear junto a su mujer Matilde, allá por el 2000, la Galería Tíltide, en la calle Fernando el Católico 28 de Madrid, reuniendo en ella a quienes quieran disfrutar de exposiciones, tertulias, conferencias, visitas culturales, etc., tratando siempre de impulsar la creación artística en todos sus campos

Dora Revinsky Munch.
Coordinadora de Comunicaciones del Grupo Cultural Destellos de Artefacto
Carboneras (Almería) 
Julio 2012.
      


  La estancia del alfarero  
Acuarela sobre papel. 
        Medidas: 19 x 56 cms.





Tertulia  
Acuarela sobre papel. 
        Medidas: 19 x 56 cms.




     
Tropical ron  
Acuarela sobre papel. 
        Medidas: 50 x 60 cms.



         
      Donde el aire es verde  
Acuarela sobre papel. Marina.
        Medidas: 14 x 38 cms.
     



Aire de sol
Acuarela sobre papel. Marina.
Medidas: 56 x 76 cms



Arroyo del olvido
Acuarela sobre papel. Paisaje.
Medidas: 18 x 28 cms


   
Invierno
Acuarela sobre papel. Bodegón.
Medidas: 56 x 76 cms.




                           

La caricia del azul
Acuarela sobre papel. Marina.
Medidas: 76 x 100 cms.




La huella del aire
Acuarela sobre papel. Marina.
Medidas: 25 x 57 cm




Cueva del gato
Metal y madera pintada




Picador enmascarado
Tinta seriada (Serie taurina)
Medidas 38 X 56 cms



 Torero atmosférico
Tinta seriada (Serie taurina)
Medidas 38 X 56 cms






Clariviento
Metales y madera




      

BIBLIOGRAFÍA

Acuarela. Exposición Nacional.(Catálogo). Ayuntamiento de Madrid. Madrid 1991. Págs. 84 y 186.
LIX Salón de Otoño.(Catálogo). Asociación Española de Pintores y Escultores. Madrid 1992. s/p, nº 29.
"Nueva estación de Metro en Ventas".Ya. Madrid, 9 de mayo de 1989. Pág, 21.
"El mural escultórico de José Luis Fernández González."Tecniarte.Madrid, 25 de junio de 1991. Págs.18 a 22.
"Acuarelas de José Luis Fernández". El Punto de las Artes.Madrid, 18 a 24 de febrero 1994.
LXIII Salón de Otoño.(Catálogo.). Asociación Española de Pintores y Escultores. Madrid 1996.Pág. 56.
Diccionario de Pintores y Escultores del siglo XX.Ed. Forum Artis.
“Trazo casual”. El Mundo. MetropoliMadrid, 16 de marzo de 2001, pág. 48.
“Paisaje Urbano”. El Mundo.Metrópoli.Madrid, 8 de junio de 2001, pág. 42.
“Lienzos de verano”. El Mundo . Metrópoli.Madrid, 7 de diciembre de 2001, pág. 50
 Desde el año 2001, criticas de las exposiciones en El Punto de las Artes.



OBRA PERMANENTE EN INSTITUCIONES Y COLECCIONES

Mural escultórico taurino (25 mts) situado en el vestíbulo de la estación de Metro de la Plaza de Toros de Ventas. Madrid.
Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Almería.   
Ayuntamiento de Madrid.
Comunidad de Madrid.
Ayuntamiento de Pedraza. Segovia.
Colecciones privadas en España: Madrid, Barcelona, Mallorca, Zaragoza, Vigo, Orense, Almería, Oviedo y Segovia.
en la Unión Europea: París, Italia y Escocia.



En la Galería Tíltide C/ Fernado el Católico nº28, Madrid.
 Cada tarde partir de las 18,30 (menos sábados y festivos)

16 de abril de 2014

Paco Casal

 Nació en Ferrol ( La Coruña) en 1956. Aprendió a pintar de manera autodidacta, estudiando la obra de dos pintores ferrolanos, José Vazquez Doce "Cheroco" y Rafael  Castro Estévez,  a los que les debe el haberse metido en este mundo de la creación plástica.  


Persiguiendo en el paisaje, retratar la Galicia inventada. La Galicia de las  meigas, la de los mares vivos y crueles. Pintar esos  caminos por los que se pide con devoción, que la suerte nos evite encontrarnos con  la santa compaña. Esa Galicia que no existe pero tan real y presente, en nuestras costumbres y tradiciones. En ese empeño ando, con más o menos fortuna, pero empeñado en conseguirlo desde que cogí un pincél por primera vez. Durante este  tiempo he participado en diversas exposiciones en  La Coruña, compartiendo espacio con otros pintores y, otras exposiciones dedicadas  de manera exclusiva a mi trabajo.
Paco Casal.



                                     
                                                                      Camino del Vilar
                                                           Óleo sobre lienzo sin bastidor.
                                                                   Medidas: 42X30 cms 
                                                                             
                                                                             


                                                                             Camino 
                                                              Óleo sobre lienzo sin bastidor.
                                                                     Medidas:  42X30 cms.
                                                                      



                                                                       Marina en Invierno
                                                               Óleo sobre lienzo sin bastidor.
                                                                       Medidas: 42X30
                                                                           


                                                                       Paso del río
                                                               Óleo sobre lienzo en caja.
                                                                 Medidas: 49,5 X 50 cms.
                                                                         
                                                                               
                                                          

14 de abril de 2014

Sobre la defensa y la difusión de la cultura, por Antonio Machado Ruiz.




Se cumplen 75 años de la muerte de Antonio Machado Ruiz. muerto y enterrado en Collioure.
 Sobre la defensa y la difusión de la cultura, es un texto leído por él mismo en el Congreso Internacional de Escritores de Valencia en 1937, en plena guerra civil. Aun situándolo en el contexto dramático de aquel tiempo, hay elementos que sirven de reflexión actual.



El poeta y el pueblo 


Cuando alguien me preguntó, hace ya muchos años, ¿piensa usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su torre de marfil –era el tópico al uso de aquellos días– consagrado a una actividad aristocrática, en esferas de la cultura sólo accesibles a una minoría selecta?, yo contesté con estas palabras, que a muchos parecieron un tanto evasivas o ingenuas: «Escribir para el pueblo –decía mi maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos –claro está– de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que no acabamos nunca de conocer. Y es mucho más, porque escribir para el pueblo nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, es escribir también para los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España, Shakespeare, en Inglaterra, Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realizó sin saberlo, sin haberlo deseado siquiera. Día llegará en que sea la más consciente y suprema aspiración del poeta. En cuanto a mí, mero aprendiz de gay-saber, no creo haber pasado de folk-lorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular.» 

Mi respuesta era la de un español consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber cómo en España casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo, cómo en España lo esencialmente aristocrático, en cierto modo, es lo popular. En los primeros meses de la guerra que hoy ensangrienta a España, cuando la contienda no había aún perdido su aspecto de mera guerra civil, yo escribí estas palabras que pretenden justificar mi fe democrática, mi creencia en la superioridad del pueblo sobre las clases privilegiadas.




Los milicianos de 1936 

I

Después de puesta su vida
 tantas veces por su ley
 al tablero... 

¿Por qué recuerdo yo esta frase de don Jorge Manrique, siempre que veo, hojeando diarios y revistas, los retratos de nuestros milicianos? Tal vez será porque estos hombres, no precisamente soldados, sino pueblo en armas, tienen en sus rostros el grave ceño y la expresión concentrada o absorta en lo invisible de quienes, como dice el poeta, «ponen al tablero su vida por su ley», se juegan esa moneda única –si se pierde, no hay otra– por una causa hondamente sentida. La verdad es que todos estos milicianos parecen capitanes, tanto es el noble señorío de sus rostros.

 II 

Cuando una gran ciudad –como Madrid en estos días– vive una experiencia trágica, cambia totalmente de fisonomía, y en ella advertimos un extraño fenómeno, compensador de muchas amarguras: la súbita desaparición del señorito. Y no es que el señorito, como algunos piensan, huya o se esconda, sino que desaparece –literalmente–, se borra, lo borra la tragedia humana, lo borra el hombre. La verdad es que, como decía Juan de Mairena, no hay señoritos, sino más bien «señoritismo», una forma, entre varias, de hombría degradada, un estilo peculiar de no ser hombre, que puede observarse a veces en individuos de diversas clases sociales, y que nada tiene que ver con los cuellos planchados, las corbatas o el lustre de las botas. 

 III

Entre nosotros, españoles, nada señoritos por naturaleza, el señoritismo es una enfermedad epidérmica, cuyo origen puede encontrarse, acaso, en la educación jesuítica, profundamente anticristiana y –digámoslo con orgullo– perfectamente antiespañola. Porque el señoritismo lleva implícita una estimativa errónea y servil, que antepone los hechos sociales más de superficie –signos de clase, hábitos e indumentos– a los valores propiamente dichos, religiosos y humanos. El señoritismo ignora, se complace en ignorar –jesuíticamente– la insuperable dignidad del hombre. El pueblo, en cambio, la conoce y la afirma, en ella tiene su cimiento más firme la ética popular. «Nadie es más que nadie», reza un adagio de Castilla. ¡Expresión perfecta de modestia y orgullo! Sí, «nadie es más que nadie» porque a nadie le es dado aventajarse a todos, pues a todo hay quien gane, en circunstancias de lugar y de tiempo. «Nadie es más que nadie, porque –y éste es el más hondo sentido de la frase–, por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. Así habla Castilla, un pueblo de señores, que siempre ha despreciado al señorito. 

 IV

Cuando el Cid, el señor, por obra de una hombría que sus propios enemigos proclaman, se apercibe, en el viejo poema, a romper el cerco que los moros tienen puesto a Valencia, llama a su mujer, doña Jimena, y a sus hijas Elvira y Sol, para que vean «cómo se gana el pan». Con tan divina modestia habla Rodrigo de sus propias hazañas. Es el mismo, empero, que sufre destierro por haberse erguido ante el rey Alfonso y exigídole, de hombre a hombre, que jure sobre los Evangelios no deber la corona al fratricidio. Y junto al Cid, gran señor de sí mismo, aparecen en la gesta inmortal aquellos dos infantes de Carrión, cobardes, vanidosos y vengativos; aquellos dos señoritos felones, estampas definitivas de una aristocracia encanallada. Alguien ha señalado, con certero tino, que el Poema del Cid es la lucha entre una democracia naciente y una aristocracia declinante. Yo diría, mejor, entre la hombría castellana y el señoritismo leonés de aquella centuria. 

 V

No faltará quien piense que las sombras de los yernos del Cid acompañan hoy a los ejércitos facciosos y les aconsejan hazañas tan lamentables como aquella del «robledo de Corpes». No afirmaré yo tanto, porque no me gusta denigrar al adversario. Pero creo, con toda el alma, que la sombra de Rodrigo acompaña a nuestros heroicos milicianos y que en el Juicio de Dios que hoy, como entonces, tiene lugar a orillas del Tajo, triunfarán otra vez los mejores. O habrá que faltarle al respeto a la misma divinidad. 

 Agosto 1936. 






Entre españoles, lo esencial humano se encuentra con la mayor pureza y el más acusado relieve en el alma popular. Yo no sé si puede decirse lo mismo de otros países. Mi folk-lore no ha traspuesto las fronteras de mi patria. Pero me atrevo a asegurar que, en España, el prejuicio aristocrático, el de escribir exclusivamente para los mejores, pueda aceptarse y aun convertirse en norma literaria, sólo con esta advertencia: la aristocracia española está en el pueblo, escribiendo para el pueblo se escribe para los mejores. Si quisiéramos, piadosamente, no excluir del goce de una literatura popular a las llamadas clases altas, tendríamos que rebajar el nivel humano y la categoría estética de las obras que hizo suyas el pueblo y entreverarlas con frivolidades y pedanterías. De un modo más o menos consciente, es esto lo que muchas veces hicieron nuestros clásicos. Todo cuanto hay de superfluo en El Quijote no proviene de concesiones hechas al gusto popular, o, como se decía entonces, a la necedad del vulgo, sino, por el contrario, a la perversión estética de la corte. Alguien ha dicho con frase desmesurada, inaceptable ad pedem litterae, pero con profundo sentido de verdad: en nuestra gran literatura casi todo lo que no es folk-lore es pedantería. 

 * 

Pero dejando a un lado el aspecto español o, mejor, españolista de la cuestión, que se encierra a mi juicio, en este claro dilema: o escribimos sin olvidar al pueblo, o sólo escribiremos tonterías, y volviendo al aspecto universal del problema, que es el de la difusión de la cultura, y el de su defensa, voy a leeros palabras de Juan de Mairena, un profesor apócrifo o hipotético, que proyectaba en nuestra patria una Escuela Popular de Sabiduría superior. 



 *

La cultura vista desde fuera, como la ven quienes nunca contribuyeron a crearla, puede aparecer como un caudal en numerario o mercancías, el cual, repartido entre muchos, entre los más, no es suficiente para enriquecer a nadie. La difusión de la cultura sería, para los que así piensan –si esto es pensar–, un despilfarro o dilapidación de la cultura, realmente lamentable. ¡Esto es tan lógico!... Pero es extraño que sean, a veces, los antimarxistas, que combaten la interpretación materialista de la historia, quienes expongan una concepción tan materialista de la difusión cultural.

En efecto, la cultura vista desde fuera, como si dijéramos desde la ignorancia o, también, desde la pedantería, puede aparecer como un tesoro cuya posesión y custodia sean el privilegio de unos pocos; y el ansia de cultura que siente el pueblo, y que nosotros quisiéramos contribuir a aumentar en el pueblo, aparecería como la amenaza a un sagrado depósito. Pero nosotros, que vemos la cultura desde dentro, quiero decir desde el hombre mismo, no pensamos ni en el caudal, ni el tesoro, ni el despósito de la cultura, como en fondos o existencias que puedan acapararse, por un lado, o, por otro, repartirse a voleo, mucho menos que puedan ser entrados a saco por las turbas. Para nosotros, defender y difundir la cultura es una misma cosa: aumentar en el mundo el humano tesoro de conciencia vigilante. ¿Cómo? Despertando al dormido. Y mientras mayor sea el número de despiertos... Para mí –decía Juan de Mairena– sólo habría una razón atendible contra una gran difusión de la cultura –o tránsito de la cultura concentrada en un estrecho círculo de elegidos o privilegiados a otros ámbitos más extensos– si averiguásemos que el principio de Carnot, rige también pare esa clase de energía espiritual que despierta al durmiente. En ese caso, habríamos de proceder con sumo tiento; porque una excesiva difusión de la cultura implicaría, a fin de cuentas, una degradación de la misma que la hiciese prácticamente inútil. Pero nada hay averiguado, a mi juicio, sobre este particular. Nada serio podríamos oponer a una tesis contraria que, de acuerdo con la más acusada apariencia, afirmase la constante reversibilidad de la energía espiritual que produce la cultura. 

 *

Para nosotros, la cultura ni proviene de energía que se degrada al propagarse, ni es caudal que se aminore al repartirse; su defensa, obra será de actividad generosa que lleva implícitas las dos más hondas paradojas de la ética: sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da.  

Enseñad al que no sabe; despertad al dormido; llamad a la puerta de todos los corazones, de todas las conciencias. Y como tampoco es el hombre para la cultura, sino la cultura para el hombre, para todos los hombres, para cada hombre, de ningún modo un fardo ingente para levantado en vilo por todos los hombres, de tal suerte que sólo el peso de la cultura pueda repartirse entre todos, si mañana un vendaval de cinismo, de elementalidad humana, sacude el árbol de la cultura y se lleva algo más que sus hojas secas, no os asustéis. Los árboles demasiado espesos, necesitan perder algunas de sus ramas, en beneficio de sus frutos. Y a falta de una poda sabia y consciente, pudiera ser bueno el huracán.



Cuando a Juan de Mairena se le preguntó si el poeta y, en general, el escritor debía escribir para las masas, contestó: Cuidado, amigos míos. Existe un hombre del pueblo, que es, en España al menos, el hombre elemental y fundamental, y el que está más cerca del hombre universal y eterno. El hombre masa, no existe; las masas humanas son una invención de la burguesía, una degradación de las muchedumbres de hombres, basada en una descualificación del hombre que pretende dejarle reducido a aquello que el hombre tiene de común con los objetos del mundo físico: la propiedad de poder ser medido con relación a unidad de volumen. Desconfiad del tópico «masas humanas». Muchas gentes de buena fe, nuestros mejores amigos, lo emplean hoy, sin reparar en que el tópico proviene del campo enemigo: de la burguesía capitalista que explota al hombre, y necesita degradarlo; algo también de la iglesia, órgano de poder, que más de una vez se ha proclamado instituto supremo para la salvación de las masas. Mucho cuidado; a las masas no las salva nadie; en cambio, siempre se podrá disparar sobre ellas. ¡Ojo! 

Muchos de los problemas de más difícil solución que plantea la poesía futura –la continuación de un arte eterno en nuevas circunstancias de lugar y tiempo– y el fracaso de algunas tentativas bien intencionadas provienen, en parte, de esto: escribir para las masas no es escribir para nadie, menos que nada para el hombre actual, para esos millones de conciencias humanas, esparcidas por el mundo entero, y que luchan –como en España– heroica y denodadamente por destruir cuantos obstáculos se oponen a su hombría integral, por conquistar los medios que les permita incorporarse a ella. Si os dirigís a las masas, el hombre, el cada hombre que os escuche no se sentirá aludido y necesariamente os volverá la espalda. 

He aquí la malicia que lleva implícita la falsedad de un tópico que nosotros, demófilos incorregibles y enemigos de todo señoritismo cultural, no emplearemos nunca de buen grado, por un respeto y un amor al pueblo que nuestros adversarios no sentirán jamás.

7 de abril de 2014

Exposición de collages de Esther F. Demaría.

Del 29 de marzo al 10 de abril 2014 Esther F.Demaría nos muestra sus collages.

Se podrán ver en La Cajita del Arte de La Dominotería,
de lunes a viernes de 10h a 14h y 16:30h a 20:30h
y los sábados de 10:30h a 14h.


Otras obras de la atista que también podéis conocer.

                                                                         
                                                                              S.T.
                                                               Collage y Óleo s./ papel
                                                                Medidas: 24 x 30 cms.
                                                                         
                                                                                                                                   
                                                                             
                                                                              S.T.
                                                                     Collage s./ papel
                                                              Medidas: 15 x 15 cms.
                                                                      


                                                                                    S.T.
                                                                          Collage s./ papel
                                                                      Medidas: 15 x 15 cms.
                                                                               


                                                                                   S.T.
                                                                    Collage y Óleo s./ papel
                                                                    Medidas: 24 x 30 cms.
                                                                             


                                                                               S.T.
                                                                     Óleo s./ lienzo
                                                                Medidas: 70 x 70 cms.
                                                                       


                                                                              S.T.
                                                                      Óleo s./ lienzo
                                                                Medidas: 95 x 65 cms.
                                                                         


Curriculum


 La artista plástica Esther F. Demaría(Burgos/España, 1950) reside en Madrid desde 1957 y en 1969 comenzó a recibir sus primeras lecciones de pintura, dibujo y artes publicitarias en dicha ciudad. A partir de 1972, trabajó en el estudio del fotógrafo Campúa donde recibió formación de fotografía en blanco y negro, así como de revelado y técnicas de laboratorio. En los años sucesivos desarrolló esta técnica individualmente hasta 1983, año en que regresa a la pintura sin abandonar sus trabajos fotográficos. Entre 1986 a 1988, estudió dibujo y pintura en E.D.Y.M. (Madrid), y desde 1989 a 1999  llevó a cabo su actividad pictórica en el centro El Estudio (Madrid), donde recibió formación con el pintor Francisco Soto Mesa. En los años noventa realizó varios cursos de grabado calcográfico y litografía en la galería Brita Prinz de Madrid. Asimismo, fue alumna de seminarios impartidos por Francisco Calvo Serraller en la Universidad Menéndez y Pelayo (U.I.M.P.) de Santander: “El coleccionismo de Arte Contemporáneo en España”; “Quince años de Arte Español (1978-1993)”; y “La España Negra, pasado, presente y futuro de un mito artístico”. A lo largo de su carrera ha participado en  diversos talleres de arte actual llevados a cabo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con los artistas Ross Bleckner, Barry Flanagan, Leandro Silva, Juan Genovés, Dis Berlin, Mitsuo Miura, y José Freixanes. Este último taller incluyó la participación en el montaje “Escrituras”, que se realizó, de la mano de José Freixanes, en el Círculo de Bellas Artes.

Sus exposiciones individuales más destacadas han sido: Colegio de España, París (2006); Galería Soñarte, Madrid (2005); Galería Annta, Madrid (2003); Galería Rox Teixeira, Madrid (2001); Crisol Serrano, Madrid (2000) ; Crisol Galileo, Madrid (1998); Cercle Culturel Européen - Foyer Culturel (Luxemburgo); y Sala Previa, Madrid (1996 y 1991), entre otras. También ha participado en numerosas muestras colectivas entre las que cabe señalar: Galería Tíltide, Madrid (2009, 2007 y 2005); MAC 21. Feria de Arte Contemporáneo de Marbella (Málaga). Stand de la Galería Annta“Certamen De Pintura Socios” del Círculo de Bellas Artes, Madrid (1997-2011); “Exposición clausura de Talleres de Arte Actual” del Circulo de Bellas Artes, Madrid (1993-1995, 1997, 1999-2000); “Pequeña Pinacoteca”, Galería Carmen Carrión, Santander (1999-2000); “20 por 20” Galería Ra del Rey, Madrid (1997, 1999-2000); “Artistas de la galería” Crisol - Serrano, Madrid (1999-2000); y Galería Creation Plus, Luxemburgo (1998), entre otras.

Su obra ha sido galardonada en varias ocasiones entre las que destacan el II Premio del Certamen de Pintura Socios del Círculo de Bellas Artes, Madrid (1997) y el I Premio del Certamen de Homenaje a Mozart celebrado en el Círculo de Bellas Artes, Madrid (2006); Premio de pintura y dibujo Socios del Círculo de Bellas Artes, Madrid (2011 y 2008).

La Dominotería
Local A
Agustín Querol, 5
28014 Madrid Madrid
http://www.ladominoteria.com/


Plano cómo llegar

Autobuses: C1, C2, 10, 14, 26, 32
Metro: Atocha Renfe (L1) y Menendez Pelayo (L1)
Cercanias y trenes: Atocha Renfe y Estación de Atocha