28 de febrero de 2022

El METRO de Madrid: un espléndido museo para el mural de José Luis Fernández.

Son  muchas las personas que, día tras día, pasan varias horas de su vida viajando en Metro, ya sea para ir y venir de trabajar, o para moverse por el centro urbano de Madrid sin necesidad de coger el coche. 

Sin embargo, los horarios, las prisas y el ritmo acelerado que impera en nuestro día a día, hacen que muy pocas veces dediquemos unos minutos a mirar alrededor y ver dónde nos encontramos. Y es que  numerosas estaciones del Metro de Madrid guardan en su interior elementos que merecen nuestra atención, ya sea por su calidad artística, o por su singularidad, convirtiéndose en grandes salas expositivas bajo el suelo. 

Este es el caso del vestíbulo de la estación de Ventas, enclavada en el barrio del mismo nombre, zona taurina donde las haya, debido a su ubicación a pocos metros de la madrileña Plaza de Toros de las Ventas. En su vestíbulo, podremos ver un mural de 25 metros  de largo por tres de alto, realizado en el año 1986 por  el artista José Luis Fernández González. 



Su título es Instante y,  como en casi toda obra de arte, fue necesario un boceto para dar forma a la idea inicial, condicionada por el lugar: la plaza de toros. Se realizó una maqueta pequeña que sirvió como modelo al gran mural.



Se escogieron los materiales con una intencionalidad clara de perdurabilidad y resistencia, y teniendo en cuenta el enclave de la obra. "Para mí no había otra posibilidad que los metales o la piedra - decía el artista- y esta última fue desechada porque buscaba una superficie plana, que era donde mejor podía expresarme".

Los materiales empleados fueron seis planchas de acero  cortén, de aproximadamente un 1 cm. de espesor, que colocadas una junto a otra, forman el gran rectángulo que sirve de fondo a las chapas de cobre rojizo,  y latón amarillo, que definen con su propia pigmentación, los elementos de la composición.

A partir  unos patrones cortados a tamaño real, cortados en papel, en cuadrículas de 1,2 x1,2 m. por el artista, y que se superpusieron al metal, se realizó el mural, y se montó posteriormente en el propio vestíbulo.














La escena  se compone de una serie d elementos de la fiesta: el abanico,  el toreo, el picador, la mulilla, los subalternos... La imagen  envuelve al espectador, que espera que ocurra algo en el ruedo. Inmerso en una plaza que es la antesala de la verdadera, a pocos metros de allí.


Fuentes:

*Revsita Tecniarte, nº 25, junio 1991. Pag- 18 a 24. El mural escultórico de José Luis Fernández. por María Montaña  Sierra Sánchez.

*tiltidearte.com





 

13 de febrero de 2022

"El rostro en el arte: Del Renacimiento a las Vanguardias" (Parte I): Un recorrido por el Museo Thyssen.


Hemos preparado  un recorrido por uno de los más importantes museos de España, el Museo Thyssen, para ver El rostro en el arte: Del Renacimiento a las Vanguardias. Un itinerario preparado por nuestra profesora, Carmen Manso de Zúñiga, Licenciada en Historia del Arte por la U.C.M. y profesora, especialmente para nosotros.

Comienza con los Maestros Antiguos y finaliza con el Arte de Vanguardia, y está dividida en los partes.  No solo está pensada para el disfrute estético, sino que tiene además una intención didáctica clara, que permite al espectador ir descubriendo los matices que hacen único cada periodo artístico.

Es una delicia retroceder hasta el siglo XV, y desde allí ir avanzando por la Historia del Arte de la mano de grandes pintores, y descubrir cómo evoluciona la pintura del rostro humano, tema de esta visita.



Tras un periodo teocéntrico, la Edad Media, en el que los rostros son solo los de las imágenes   religiosas, llegamos al Renacimiento y  la figura humana cobra de nuevo el protagonismo. Nuestra profesora se detuvo muy especialmente en las siguientes obras: 

El Retrato de Giovanna Tornabuoni es una pintura del artista italiano renacentista Domenico Ghirlandaio que data del año 1488. Retrata a Giovanna degli Albizzi, una mujer de la nobleza florentina que se casó con Lorenzo Tornabuoni. Murió dando a luz en 1488, año de la pintura. Ha sido identificada gracias a otros retratos en la Capilla Tornabuoni, donde ella tiene el mismo peinado.

Representa a una mujer joven de lado, llevando preciosas ropas, incluyendo una gamurra. A la derecha, detrás de ella, está colgado un collar de coral (quizás un rosario), un libro parcialmente cerrado y una inscripción latina, tomada de un epigrama del poeta del siglo I d.C. Marco Valerio Marcial.


Hacía 1490 un pintor anónimo alemán, pinto este Retrato de una dama con la orden del CisneHa estado atribuida a distintos maestros anónimos hasta que, finalmente, Isolde Lübbeke la vinculó a un pintor anónimo alemán de la corte de Ansbach. La protagonista sobresale ante un fondo azul claro y va ricamente ataviada, resaltando los brocados de su traje y la toca, que cae con cierta rigidez sobre su hombro. Tanto el collar como el clavel que sostiene en una mano, son elementos importantes pues la flor y la toca aluden a la posibilidad de que la tabla tuviera pareja y el collar de oro con sus dos colgantes, uno con la Virgen y el Niño y otro con un cisne, nos indica que la retratada pertenecía a la Orden del Cisne. Esta orden religiosa, de culto mariano, fue fundada en 1440 por Federico II de Brandemburgo y gozó de gran apogeo a finales del siglo XV.




Un óleo de Tiziano, pintado hacia 1576, el Retrato del Dux Francisco Vernier.  Durante los años que ocupó el cargo destacó por su severidad y templanza. Su delicada salud le obligaría a hacerse ayudar por dos personas para sus desplazamientos, falleciendo el 2 de junio de 1556.Su retrato oficial fue el último realizado por Tiziano. Nos llama la atención la ventana que se abre al canal de Venecia y  podemos apreciar un incendio, pudiendo aludir a algún suceso ocurrido durante el mandato del dux.  
Este soberbio retrato es un excelente ejemplo de la manera de trabajar del maestro en su último periodo, aplicando el color de manera fluida sin renunciar a las calidades táctiles de las telas. La potente iluminación empleada, crea un acentuado contraste lumínico con el que el pintor acentúa la carga psicológica del retrato. El resultado es un trabajo difícilmente superable. 

En la imagen posterior, un ejemplo del retrato holandés. Un caballero de alta clase social, ricamente vestido con  armiño y goleta, tan característicos de la corte europea. 





Los rostros del rey Enrique VIII y de su esposa Catalina de Aragón fueron también  destacados en esta visita. Enrique VIII (28 de junio de 1491-28 de enero de 1547) fue  rey de Inglaterra y señor de Irlanda desde el 22 de abril de 1509 hasta su muerte. Fue el segundo monarca de la casa Tudor. Se casó seis veces y ejerció el poder más absoluto entre todos los monarcas ingleses. ​ Entre los hechos más notables de su reinado se incluyen la ruptura con la iglesia católica y el establecimiento del monarca como jefe supremo de la iglesia de  Inglaterra (iglesia anglicana) y la unión de Inglaterra con Gales.

La protección que dispensó al pintor alemán Hans Holbein se tradujo en una formidable serie de retratos y dibujos en color, que efigian a muchos personajes de la corte de aquella época, destacando varios al propio rey, como estos que forma parte de la colección del Museo Thyssen.



El caballero de Carpaccio  es el retrato de un joven caballero en un paisaje,  un cuadro pintado al óleo sobre lienzo hacia 1505 por el veneciano Vittore Carpaccio.  Uno de los primeros ejemplos de retrato de cuerpo entero de la pintura europea. Esta obra de Carpaccio, firmada y fechada en el cartellino a la derecha, estuvo atribuida hasta 1919 a Durero. 

En cuanto a la identidad del personaje existen numerosas hipótesis. La divisa Malo mori quam foedari (antes morir que contaminarse) que aparece junto al armiño podría indicar que se trata de un caballero de la orden del Armiño. Sin embargo, la tesis, generalmente, más aceptada es la identificación del personaje con Francesco Maria della Rovere, III duque de Urbino. El paisaje en el que aparece el joven, con armadura y a punto de desenvainar la espada, es tan inquietante como él, pues describe con gran minuciosidad ejemplos de la flora y la fauna alusivos al bien y al mal.

 






El oleo siguiente pertenece a Frans Hals, considerado como el gran genio de la retratística holandesa, género que gozó de un asombroso auge en el siglo XVII, debido a la pujanza económica y comercial del país y al interés que las clases acomodadas tenían en dejar constancia de su buena fortuna a través de sus retratos. 



Hals consiguió, como ningún otro, penetrar en la personalidad de sus modelos confiriéndoles una vitalidad y una espontaneidad hasta entonces desconocidas. En este lienzo los esposos se cogen de la mano simbolizando la lealtad del matrimonio, sus rostros  relajados y de mirada cariñosa, demuestran la fuerza de su unión.  Mientras el perro a los pies de la niña representa la fidelidad. La pincelada es tan suelta y libre que resulta increíblemente moderna para su época. Los retratos colectivos y de grupo, como el que en este caso nos ocupa, constituyen lo más famoso del legado de este artista.

                            

                             

Visita organizada y guiada por Carmen Manso de Zuñiga, Historiadora del Arte por la UCM y profesora.

Galería de Arte Tíltide
C. Fernando el Católico 28, Madrid.

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