28 de mayo de 2018

La mejor oferta cultural de Madrid.

En esta primavera de 2018.


Las mejores exposiciones  temporales en Madrid.

La obra de Eusebio Sempere en el Museo Reina Sofía.
Hasta el 17 de septiembre





El Museo Reina Sofía presenta una retrospectiva de Eusebio Sempere (Onil, Alicante, 1923-1985), una de las figuras más significativas del arte español del siglo XX, que comparte escenarios e ideas del arte cinético y se caracteriza por una poética basada en la luz y el color; como escribió el crítico de arte y ensayista Vicente Aguilera Cerni, el suyo: “es un arte a la vez concreto, poético, lógico e incluso, urbanístico”. La muestra reúne alrededor de 170 obras: acuarelas, gouaches, relieves luminosos, collages, pinturas, móviles, esculturas y proyectos interdisciplinares, además de un apartado documental que abarca desde 1949 a principios de la década de 1980. 


                      


En la trayectoria artística de Sempere su larga estancia en París durante la década de los cincuenta marca un punto de inflexión. Allí participa en varias ediciones del Salon des réalités nouvelles, donde en el verano de 1955 expone sus relieves luminosos móviles y un manifiesto en el que se refiere a la luz como el elemento con el que construir un diálogo poético a través del tiempo. El mismo año de la presentación de estas obras claramente cinéticas, había tenido lugar la exposición Le mouvement en la galería Denise René, considerada el origen del arte óptico y cinético. Su progresivo interés por el arte de vanguardia en España y las dificultades de la vida en París, llevan a Sempere a instalarse en Madrid en enero de 1960, en pleno auge del informalismo. Como integrante del Grupo Parpalló expone ese año en la Primera exposición conjunta de arte normativo español y tiene en el mencionado Aguilera Cerni uno de sus primeros apoyos; participa también en la XXX Bienal de Venecia (1960) y en la VI Bienal de São Paulo (1961); en 1963, con una beca de la Fundación Ford, viaja por Estados Unidos, exponiendo en 1964 y 1966 en la galería Bertha Schaefer de Nueva York. Durante esos años, la Galería Juana Mordó le representa y le dedica una muestra retrospectiva en 1965; Fernando Zóbel le incluye en la inauguración del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, en 1966. 

Esta exposición comienza con un conjunto de acuarelas abstractas relacionadas con la obra de Vassili Kandinsky y Paul Klee, que dan paso a una amplia representación de los gouaches realizados en París, obras geométricas de expresividad contenida en el trazo y una especial sensibilidad por la luz y el espacio; junto con una selección de los relieves luminosos en los que empezó a trabajar en 1955.   

Más adelante, se atiende a los diferentes intereses que centran el trabajo de Sempere desde su regreso a España a través de una selección de pinturas al gouache sobre tabla y papel, collages realizados con cartulinas y escultura en metal, desarrollada desde mediados de los años sesenta. Asimismo, se muestran sus trabajos interdisciplinares, como Proyecto de música electrónica (1967), que realiza con el grupo ALEA de Luis de Pablo; los seminarios de Análisis y Generación Automática de Formas Plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, entre 1969 y 1972; las exposiciones Antes del Arte. Experiencias ópticas perceptivas estructurales, que organiza Aguilera Cerni en Valencia y Madrid en 1968, y Proyecto IBM, planteado como una escultura de arte total, en colaboración con Cristóbal Halffter y Julio Campal
http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/eusebio-sempere

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En el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, Museo de Conde Duque: 
Madrid, musa de las artes.





Comisariada por Javier Pérez Segura,  en esta exposición aparece la cuidad de Madrid como símbolo e inspiración de los artistas a lo largo del siglo XX.

Madrid, es musa de las artes en múltiples expresiones de pintura, fotografía, dibujo y escultura; epicentro de culturas nuevas e ideologías revolucionarias; urbe interactiva, inspiradora y propicia para el intercambio cultural y el asociacionismo artístico.
Nos adentramos en un Madrid de principios de siglo que plásticamente va transcendiendo el simbolismo y modernismo propios del 98 para comenzar a crear en clave ultraísta y surrealista. Subyace la proclama futurista Españoles! Españoles!...Levantaos! que Gómez de la Serna publica en 1910 en su revista “Prometeo”.
Una urbe que en los años treinta evoluciona cosmopolita, gracias a un importante crecimiento demográfico, una nueva infraestructura urbanística y una moderna arquitectura: aires frescos y el eco de las corrientes de moda, periodismo, comercio y publicidad imperantes en otras ciudades de Europa; y una mujer que despierta a la libertad, la vocación y la creatividad.
En mitad de este amplio contexto plástico una serie de artistas que más allá del deleite visual deciden comprometerse con la realidad política y social: tiempo ahora para la concienciación y la denuncia.
También una ciudad atravesada por la guerra. El cartel es una de las manifestaciones plásticas más importantes de este periodo en el campo de la propaganda como testimonio de la evolución de la guerra.
En resumen, una fuente de inspiración para  muchos de los artistas del siglo XX.

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Cosmos en la Biblioteca Nacional 
Hasta el 9 de septiembre

Es está una  interesante exposición en la que el cosmos se revela como un todo dotado de la armoniosa belleza de lo creado: lo que es, lo que fue y lo que será alguna vez (Carl Sagan).



Fueron los griegos los primeros en utilizar el término ‘cosmos’ (kosmos) para describir una totalidad ordenada, donde cada parte ocupaba un lugar en el universo. Y a esa totalidad la llamaron orden, armonía, es decir, cosmos, un todo dotado de la armoniosa belleza de lo ordenado. Con una visión sobre el contenido del Universo y los sistemas científicos elaborados a lo largo de la historia para conocerlo y comprenderlo se presenta la exposición COSMOS en la BNE comisariada por Don José Manuel Sánchez Ron y constituída por algo más de 200 piezas, entre las que figuran las obras más destacadas de la historia de la ciencia (Euclides, Arquímedes, Ptolomeo, Copérnico, Vesalio, Kepler, Galileo, Newton, Lyell, Darwin, Maxwell…), en su mayoría, primeras ediciones. 
“La diferencia fundamental entre el lenguaje propio de los humanos y las formas de comunicación de otras especies reside en el contenido cognoscitivo y no solamente emotivo de aquél, resultado del desarrollo de las circunvoluciones que regulan la vocalización y la elaboración de la información recibida a través de los aferentes visuales y auditivos, así como de otros sistemas sensoriales”. Rita Levi Montalcini (1988). 
Caben destacar los Cuadernos de Leonardo, los cuadros del Museo del Prado, el gran tapiz, “Hércules sostiene la esfera terrestre”, manufactura bruselense, de Patrimonio Nacional, la fenomenal maqueta del Telescopio Herschel que Carlos III encargó para el Observatorio Astronómico de Madrid, el “Arca matemática”, un arcón de instrumentos matemáticos de Carlos II (1675), dos esferas armilares, una geocéntrica y otra heliocéntrica, las maquetas de barcos del Museo Naval y las de aviones del Museo de Aeronáutica y Astronáutica, el modelo (de gran dimensión) de la máquina de vapor "Lady Pamela", los bellísimos mapas antiguos o los ejemplares botánicos y zoológicos del Jardín Botánico y el Museo de Ciencias Naturales.
“Cosmos” trata de presentar la Naturaleza a través de cuatro grandes apartados: “Universo”, “Tierra”, “Vida: Flora y fauna” (incluyendo “Homínidos y homo sapiens”) junto a los productos más distinguidos de la acción humana para comprender y dominar esa Naturaleza, “Ciencia y Tecnología”, con el claro propósito de educar en el conocimiento científico de la Naturaleza, del Cosmos.
La exposición parte del concepto de Universo y la creación del mundo, la medida del tiempo y la Astronomía como ciencia de contemplación del espacio, a través de personajes como Aristóteles o Copérnico e inventos como el telescopio. Le sigue la Tabla de Elementos como símbolo de la tierra, la circundan cuatro proyecciones TIERRA, AGUA, FUEGO y AIRE, los cuatro elementos del mundo clásico que se reflejan en los 118 actuales. Suena el agua como símbolo de VIDA. 
“Nuestro mundo se está desmoronando en silencio. La civilización humana ha reducido las plantas – una forma de vida de 400 millones de años – a tres cosas: alimento, medicina y madera”. Hope Jahren (2016). 
VIDA sobre la tierra, la Botánica, la Zoología, cómo el hombre a través de grandes expediciones conoce su planeta, cómo este es estudiado por Humboldt en sus imágenes del Chimborazo, Cartas de Navegación, láminas de Mutis, de animales, Darwin y sus discípulos, hasta el comienzo del mundo tecnológico de Volta al electromagnetismo.
Acaba la exposición de nuevo en el infinito del COSMOS, desde Arquímedes a Leonardo, el vuelo y los viajes espaciales como un guiño al futuro representado por una maqueta del cohete “Ariane 2”, de la familia de lanzaderas proyectada por ESA, y otra de la sonda “Viking” utilizada en la exploración de Marte, en definitiva, un mundo inabarcable y en el que todavía queda mucho por explorar y conocer.
http://www.bne.es/es/Actividades/Exposiciones/

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En el MUSEO REINA SOFÍA: Colección Cubista de Telefónica.



                                                                    Juan Gris, Botella y frutero

En junio de 2016, la Fundación Telefónica firmó un convenio por el que depositaba en el Museo Reina Sofía, por un periodo renovable de cinco años, su Colección Cubista -uno de los núcleos de mayor relevancia de la Colección de arte de Telefónica-, compuesta por cerca de 40 obras fechadas entre 1912 y 1933.
Además de por su calidad intrínseca, la importancia del depósito reside también en la incorporación de trabajos de artistas que no estaban representados en la colección del Museo y de obras de gran valor para uno de sus núcleos clave: la experiencia de la modernidad en Latinoamérica.
Fruto del citado acuerdo, el público puede contemplar en Colección Telefónica. Cubismo(s) y experiencias de la modernidad una selección de más de 70 obras procedentes de los fondos cubistas de las colecciones de la Fundación Telefónica y del Museo Reina Sofía que ponen de manifiesto la gran pluralidad de propuestas creativas que generó esta corriente artística y que dan pie a una lectura más amplia sobre ella.
Las obras datan tanto de los años centrales de este movimiento como de experiencias de décadas posteriores (1912 -1933) y fueron creadas por, entre otros muchos autores, Juan Gris, Pablo Picasso, Georges Braque, María Blanchard, André Lhote, Albert Gleizes, Metzinger, Vicente Huidobro o Joaquín Torres-García. 
Obra de Marie Blanchard
Según el comisario Eugenio Carmona, “la reunión de la Colección Cubista de Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta en favor de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente, la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.


La guitarra sobre la mesa, de Juan  Gris

El cubismo fue una corriente con una pluralidad de propuestas que dan pie a una lectura más amplia sobre ella. Sobre esta premisa se erige la exposición que le dedica el Museo Reina Sofía con los fondos de la Colección Cubista de la Fundación Telefónica. El conjunto de cerca de 40 obras, cedidas en comodato por 5 años renovables, está fechado entre 1912 y 1933 y se completa con obras de la colección de la pinacoteca. Cubismo(s) y experiencias de la modernidad permite profundizar en el nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales, cuando Pablo Picasso y Georges Braque trabajaron de forma conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cézanniano y cuando desarrollaron el cubismo como 'lenguaje' planteando invenciones iconográficas y técnicas.


Una obra de Auguste HerbinU.
El director del Reina Sofía ha incidido en que tradicionalmente se habla de cubismo en singular y se trata con una visión lineal "como si los artistas no hubiesen tenido dudas y como si fuera solamente cosa de Braque y Picasso, pero aquí se ve que es plural y que es un cambio de paradigma". En la muestra se recuperan figuras como Albert Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la relación "unánime" entre sujeto y mundo. Otros artistas representados en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo supo dar origen a otros ismos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay, que trazaron un recorrido semejante entre las posibilidades del cubismo y las sugerencias de la 'vida moderna'.
                                     
Bodegón cubista de Dalí.

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En el Espacio de arte de Telefónica
Hasta el 24 de junio



Hasta el 24 de junio se extiende este proyecto expositivo que nos sumerge en las figuras revolucionarias de la danza moderna a través de siete coreógrafas y bailarinas: Isadora Duncan, Loïe Fuller, Joséphine Baker, Tórtola Valencia, Mary Wigman, Martha Graham y Doris Humphrey. La muestra reivindica así el papel de estas pioneras históricas que creyeron en la necesidad de crear nuevas formas de expresión y de liberar el cuerpo femenino enfrentándose a las convenciones sociales y al rígido canon del ballet romántico.
Una exposición que reivindica el papel de estas mujeres pioneras, y presenta la danza del cambio de siglo como una forma de arte nuevo.

Siete bailarinas y coreógrafas del siglo XX, creyeron en la necesidad de crear nuevas formas de expresión y liberar el cuerpo femenino, enfrentándose con las convenciones sociales y el rígido canos del ballet romántico.

Isadora Duncan  (San Francisco, EE.UU, 1877 – Niza, Francia, 1927). 

Pionera y visionaria; la primera en cuestionar el ballet clásico. Su creatividad, su revolucionaria puesta en escena y su estilo de vida causaron un profundo impacto en sus contemporáneos.




.Isadora Duncan, ca. 1906. Photo The Jewish MuseumArt ResourceScala, Florence
Isadora Duncan, ca. 1906. Photo The Jewish MuseumArt ResourceScala, Florence.

Fue la inspiradora del resto de protagonistas de la muestra, un mito que impulsó la posterior formulación de la danza como un lenguaje específico de vanguardia. Duncan contrapuso un movimiento sinuoso, fluido, orgánico y libre a la estructura geométrica del ballet y rechazó así la verticalidad y el encorsetamiento. Sus fuentes de inspiración fueron el oleaje marino, que ella recreó en los escenarios, y las figuras de las cerámicas griegas. De ellas, tomó algunas de sus fórmulas más revolucionarias: los pies descalzos, las túnicas, el fondo neutro y las poses extáticas de las danzas dionisíacas. Otros de sus referentes fueron también la poesía de Walt Whitman o la pintura de Sandro Botticelli. Aunque apenas hay registros ni gráficos ni audiovisuales de su danza, su icónica forma de bailar quedó recogida en escritos, reseñas, críticas teatrales, representaciones de artistas plásticos y a través de sus discípulas, las Isadorables. La exposición recoge además una selección de una secuencia de acuarelas del pintor modernista americano Abraham Walkowitz .
La escena popular: Loïe Fuller, Tórtola Valencia y Joséphine Baker

Este ámbito está dedicado a tres representantes del ambiente libre de la escena popular: Loïe Fuller, Tórtola Valencia y Joséphine Baker. Bailarinas de enorme popularidad en su época, que sacudieron clichés y rompieron tabúes sexuales con bailes como el cabaré o el charleston, y que llegaron a influir en los ambientes más académicos.


Loie Fuller bailando, c.1900. MET. Gilman Collection, Purchase, Mrs. Walter Annenberg and The Annenberg Foundation Gift, 2005.
Loie Fuller bailando, .1900. MET. Gilman Collection, Purchase, Mrs. Walter Annenberg and The Annenberg Foundation Gift, 2005.

Este apartado muestra un extracto de la película “La Bailarina” de Loïe Fuller (Fullersburg, EE.UU, 1862 – París, Francia, 1928), cuya danza se vio influenciada por las leyes de la refracción de la luz y todo tipo de luminiscencia. En una visita a la Catedral de Notre Dame de París quedó embelesada por los colores que las vidrieras efectuaban sobre su vestido. Así empezó su interés por comprender las leyes de la ciencia y su relación con destacados científicos como Camille Flammarion o el matrimonio Curie. Sus hallazgos fueron aplicados en espectáculos en los que usaba la luz eléctrica de una forma nunca vista antes. Joséphine Baker (San Luis, EE.UU, 1906 – Paris, Francia, 1975) la reina del charleston o también conocida como la “Venus de Bronce”, revolucionó el mundo de la danza en los años 20 con una danza salvaje, basada en saltos enérgicos atrevidos, mímica, torso desnudo y contorsiones violentas. En febrero de 1930, debutaba en Madrid en el ya desparecido teatro Gran Metropolitano. En la misma época en que la española Tórtola Valencia (Sevilla, 1882 – Barcelona, 1955) embrujaba al público con el exotismo de la danza oriental que empezaba a imperar en los teatros cultos y populares de Europa y Estados Unidos. Los bailes de ambas se reflejan en la muestra con carteles originales de sus espectáculos, recortes de prensa, fotografías e indumentaria que usaban en sus representaciones.
Expresionismo: Mary Wigman
La alemana Mary Wigman (Hannover, Alemania, 1886 – Berlín, 1973) protagoniza esta sección que analiza la relación entre la bailarina y coreógrafa con el expresionismo alemán y la máscara, símbolo de los temores de la sociedad europea de entreguerras.



Kaethe Augenstein. Folkwangschule. Sigurd Leeder explicando a un alumno un movimiento (notación Laban). Fondation SAPA, fonds Sigurd Leeder©Stadtarchiv und Stadthistorische Bibliothek Bonn.
KaethAugenstein©Stadtarchiv und Stadthistorische Bibliothek Bonn.

Wigman creía en una danza total sin ataduras, en la que daba protagonismo además a la fuerza del movimiento de las manos y a la presencia del suelo. También dada su estrecha vinculación con el movimiento expresionista alemán “Die Brücke” era fácil ver en sus montajes la influencia entre las artes escénicas y la danza, sobre todo, en el diseño de vestuario, coreografías o escenografías. El espacio dedicado a la única bailarina europea en la muestra está centrado en la pieza coreográfica “La danza de la bruja” (1914) y la máscara ceremonial, que mandó crear influida por los teatros Noh y Butoh japoneses. Además de una instalación con 12 máscaras, una de ellas original del teatro Noh, se exhibe material gráfico que muestra la relación entre la alemana y Rudolf von Laban, autor del método de notación coreográfica de mayor implantación en la actualidad, que ambos contribuyeron a desarrollar y que buscaba liberar a las bailarinas del yugo de cualquier otro tipo de expresión artística. Una instalación interactiva permitirá al público realizar su propia coreografía y verla traducida en una partitura gráfica en tiempo real, mediante los símbolos que conforman el sistema de notación Laban.

Martha Graham


El siguiente espacio está dedicado a Martha Graham (Pittsburgh, EE.UU, 1894 – Nueva York, 1991), creadora de un lenguaje coreográfico autónomo, capaz de comunicar toda pasión esencial y que sigue vigente en la educación de cualquier bailarín contemporáneo.
Martha Graham, Bailarina, 1931 © Imogen Cunningham Trust.
Marta Graham, Bailarrina, 1931. Imogen Cunninghm Trust.

Su método sitúa el centro del cuerpo en el plexo solar y está basado en la contracción y expansión del movimiento pélvico. Cada gesto de sus coreografías tiene un significado preciso que apela a las emociones, cargado de teatralidad, introspección y solemnidad.
Una gran instalación audiovisual, inspirada en la cita en la que denomina a los bailarines “atletas de Dios”, centra este espacio. Seis pantallas, que simulan un friso olímpico, recrean seis movimientos repetidos en secuencia que corresponden a seis pasiones: Alegría, Tristeza, Ira, Miedo, Amor y Deseo. Graham creía que la danza era el método idóneo para la expresión de los arquetipos, término acuñado por el psicoanalista Gustav Jung para aludir a imágenes y temas que forman parte del subconsciente de la humanidad y que sirven para alimentar las leyendas y mitos de las culturas. Graham fue la más intelectual y la que tuvo más influencia en la siguiente generación.

Doris Humphrey


El último apartado lo protagoniza la coreógrafa Doris Humphrey (Oak Park, EE.UU, 1895 – Nueva York, 1958), revolucionaria por acabar con la verticalidad en la danza y por apostar por la gravidez y poner así en valor la atracción del cuerpo del bailarín hacia la tierra.
Doris Humphrey en una clase magistral, ca. 1950. Jerome Robbins Dance Division, The New York Public Library for the Performing Arts, Astor, Lenox and Tilden Foundations.
Doris Humphrey en una clase magistral,1950. Jerome Robbins Dance Division, The New York Public Library for the Performing Arts, Astor, Lenox and Tilden Foundations.


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 En el Museo Reina Sofía: Pessoa. Todo arte es una forma de literatura. 

Hasta el 7 de mayo.        


La muestra, "Pessoa. Todo arte es una forma de literatura", toma su título de una de las citas utilizadas por el genio luso a través de uno de sus múltiples heterónimos, Álvaro de Campos.
Recoge no solo poemas, sino también cuadros y revistas de la época del autor.
Para la exposición se han traído más de 50 obras de la Fundación Calouste Gulbenkian, en una coproducción realizada por las instituciones españolas y portuguesas:
"Tienen una figura que no tiene ningún otro país, que es Pessoa. Pessoa con su idea de los heterónimos, con su idea de la alteridad, Pessoa con la idea de la divergencia, con la idea de que se tiene que romper con la idea centro-periferia y que todo arte debe ser distinto", explicaba el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Ville.
Paulismo, Interseccionismo o Sensacionismo son algunos de los términos acuñados por el poeta en sus numerosos textos y que vertebran la especificidad de la modernidad portuguesa y la vanguardia personal a la que se adscribe nuestro autor.

 Esta exposición recurre a esos ismos para articular un relato visual de esta escena lusa, reuniendo para ello una selección de obras de José de Almada Negreiros, Amadeo de Souza-Cardoso, Eduardo Viana, Sarah Affonso o Júlio, entre otros, relacionadas con las principales corrientes estéticas portuguesas desde comienzos del siglo XX hasta 1935. Dichas corrientes acusaron la inevitable influencia de las tendencias europeas dominantes, pero trataron sin embargo de distanciarse de ellas. Distintos escritos de Pessoa dan cuenta del lugar particular de estos ismos de su cosecha, así como de su carácter distintivo dentro del contexto europeo con alusiones explícitas, por ejemplo, a las diferencias entre el Futurismo y el Interseccionismo. Por otro lado, varias de estas obras reflejan un gusto por lo popular y la idiosincrasia lusa que aparece tanto en el trabajo de los artistas portugueses que viajaron a París, como en el de los extranjeros que decidieron pasar una temporada en tierras portuguesas, caso de Sonia y Robert Delaunay. 


La muestra dedica también una especial atención a las revistas publicadas durante este periodo, como A Águia, Orpheu, K4 O Quadrado Azul, Portugal Futurista o presença, en las que aparecieron algunos de los textos de Pessoa y que actuaron como caja de resonancia de estas ideas de vanguardia, ejerciendo una gran influencia estética e ideológica en la intelectualidad portuguesa de la primera mitad del siglo XX.


        


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Vuelve Sorolla al Thyssen y a su Casa-Museo 

Hasta el 27 de mayo de 2018

El Museo Sorolla y el Museo Thyssen-Bornemisza organizan conjuntamente una exposición dedicada a la presencia de la moda en la obra de Joaquín Sorolla que tendrá lugar, simultáneamente, en ambas sedes.
Gran amante de la moda, Sorolla es el cronista perfecto de los cambios en las tendencias y estilo de la indumentaria de finales del siglo XIX y principios del XX: Sus cuadros reúnen un evocador catálogo de vestidos, joyas y complementos realzados por su trazo suelto y vigoroso.






La muestra reunirá en torno a setenta pinturas, procedentes de museos y colecciones privadas  nacionales e internacionales y algunas de ellas nunca expuestas públicamente, junto a una selección de complementos y vestidos de la época.

Las obras de la exposición son un evocador catálogo de vestidos, joyas y complementos de un momento de nuestra historia, realzados por el trazo suelto y vigoroso de Sorolla. La muestra prestará especial atención a los magníficos retratos femeninos que el pintor realizó entre los años 1890 y 1920.

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Andy Warhol en CaixaForum Madrid.

Hasta el 6 de mayo.

Warhol. El Arte mecánico  es el título de la exposición, para la que se se han seleccionado obras y documentación variada que sirven de ejemplo a los momentos centrales de tres décadas de actividad creadora del artista, que empezó siendo  un joven diseñador gráfico, durante la década de los 50, y llegó a ser una figura mundial de arte pop, mito icónico de los ochenta.



Su autorepresenetación  se convierte, en la exposición, en una pieza más e importante de su repertorio artístico: una construcción elaborada, posiblemente la más misteriosa y enigmática, por ser tan diferente la que exponía públicamente de la real. ¿Dónde radicaba su verdadera personalidad, su verdadera creencia?





Las propuestas creativas de Warhol expresan una visión mundo  que no se conocían hasta ese momento: La individualidad, como fórmula de vida moderna, implicaba la imposición social de cierta frialdad frente a lo personal y de una objetividad asociada al distanciamiento de una forma de vida que exige sumisión al orden establecido.

Pero al mismo tiempo, y paradógicamente,  esta nueva forma de ver la realidad, lleva la artista a interpretar el mundo  haciendo caso a su impulso personal. Reclamando prioridad para la visión y la emoción propias.



Como Breton o Dalí en la década de los 30, Warhol añadirá a las listas de nuevas herramientas creativas, el fotomatón y la máquina fotográfica; además de usar el proyector de dipositivas, la cámara cinematográfica, la polaroid... Llega incluso a experimentar con los pioneros ordenadores Commodore.



En 1974, para una exposición celebrada en París,  Warhol seleccionó una única imagen de lider comunista chino, Mao Zedong,  partiendo de la visita de Nixon a China (1972). Colgó docenas de pinturas de diversos tamaños, sobre un papel pintado con el retrato repetido de Mao.  Como vemos, el artista aplica toques cosméticos en los labios, en la mejillas y en los párpados, quizás caricaturizando la propaganda política y neutralizando el tono de fuerza masculina, en una parodia política, en la que Mao forma parte de la libertad artística, y el espíritu de los valores estadounidenses.


                       

Quizá, la búsqueda de la originalidad diferenciadora se encuentra, en el caso de este artista, en la labor de perpetua y rutinaria creación del mundo que le rodea: latas de sopa, animales, cajas de jabón, personajes controvertidos... tratados con la frialdad de la últimas técnicas mecánicas.

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Desde el 1 de febrero y hasta el 6 de mayo,
en la Fundación MAPFRE Recoletos  se presenta una exposición que explora la amistad de tres grandes artistas del siglo XX: 
André Derain (1880-1954), Balthus (Balthasar Klossowski) (1908-2001) y Alberto Giacometti(1901-1966). 






Las miradas de estos tres artistas, nunca antes confrontadas, coinciden en la misma exigencia de lo que debe ser la obra de arte. Mucho más allá de la admiración mutua y el sincero afecto que les unieron durante toda su vida, la profunda comunidad estética que existe entre ellos es el hilo conductor de la exposición.

Bodegón de Derain, La  mesa puesta.
Oleo sobre lienzo de 1922.

La muestra, con cerca de 240 obras, cuenta con el generoso apoyo de numerosas colecciones particulares e instituciones internacionales entre las que destacan la Fondation Giacometti, París; Musées d’Orsay y de l’Orangerie, París; Albright Knox Art Gallery, Buffalo; Minneapolis Institute of Art; The Pierre and Tana Matisse Foundation, Nueva York; Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Washington D.C.; Musée Picasso, Antibes; Musée National Picasso, París; Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris; Tate, Londres; Fondation Beyeler, Basilea o Kunsthaus, Zúrich.
Esta exposición, concebida por el Musée d'Art Moderne de la Ville de Paris, Paris Musées, se ha organizado con Fundación MAPFRE. Comisariada por Jacqueline Munck, Conservadora Jefe del Musée d’Art moderne de la Ville de Paris.

Andre Derain
Isabel Lambert, 1935-1939, Óleo sobre lienzo.

Dibujos de Rosario Weiss en la BIBLIOTECA NACIONAL




Del 31 de enero al 22 de abril de 2018

La Biblioteca Nacional de España, en colaboración con el Museo Lázaro Galdiano y el Centro de Estudios Europa Hispánica (CEEH), inauguraró el 31 de enero la exposición Dibujos de Rosario Weiss (1814-1843), que estará abierta al público hasta el 22 de abril.
La muestra presenta más de un centenar de obras de Rosario Weiss Zorrilla (Madrid, 1814-1843), en especial dibujos, entre los que destacan los retratos de Francisco de GoyaRamón Mesonero RomanosGuillermo WeissEl marqués de BenalúaLos hermanos Velluti o Una dama de Burdeos, además de numerosos paisajes. El público podrá ver asimismo una veintena de litografías, como AutorretratoEl Genio de la LibertadEsproncedaLarra o Zorrilla, y algunas de sus pinturas, entre ellas Francisco de GoyaLos duques de San Fernando o Ángel custodio.
Este conjunto refleja el trabajo de una dibujante excepcional, conocida sobre todo por su relación con Francisco de Goya (1746-1828). Así, a las piezas anteriores se unen dibujos que el pintor hizo para el aprendizaje de Weiss, como Mendigo, Dromedario y Pantera.
La exposición, comisariada por Carlos Sánchez Díez, del departamento de conservación del Museo Lázaro Galdiano, reúne piezas de esta institución, de la BNE, la Bibliothèque municipale de Bordeaux, el Museo del Prado, el Museo del Romanticismo y colecciones privadas, así como de otros museos e instituciones públicas españolas.

Rosario Weiss vivió con su madre, Leocadia Zorrilla, y Goya en la Quinta del Sordo entre 1820 y 1824, y desde el otoño de 1824 en Burdeos, donde la familia permaneció hasta su regreso a Madrid en 1833. Comenzó a dibujar gracias a los esbozos que el pintor aragonés hacía para que ella los copiara o completara hasta que, hacia 1825, entró en la escuela pública de dibujo que Pierre Lacour (1778-1859) dirigía en Burdeos, donde recibió instrucción académica. Su formación francesa atemperó la expresividad de sus primeros pasos junto a Goya, dirigiéndolos hacia el trazo preciso, limpio y ordenado que entonces predominaba en Francia, a la manera de Ingres.
En Madrid, Rosario Weiss adaptó su estilo al romanticismo hispano con éxito y desarrolló una breve pero intensa carrera profesional. Compaginó la copia de pinturas de grandes maestros, muy demandadas entonces, con la realización de retratos a lápiz de escritores y personajes de la burguesía liberal, en su mayoría socios como ella del Liceo Artístico y Literario. También dibujó del natural apuntes de plantas y árboles, además de paisajes idealizados con castillos, lagos o ruinas. Fue una excelente litógrafa, técnica que aprendió durante su etapa en Burdeos y que siguió practicando en Madrid. 
Weiss fue una de las pocas mujeres que ingresó, como académica de mérito por la pintura de historia, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El 18 de enero de 1842 alcanzó su máximo reconocimiento cuando la designaron para el cargo de maestra de dibujo de Isabel II y de su hermana la infanta Luisa Fernanda, que desempeñó durante muy poco tiempo, pues murió de cólera el 31 de julio de 1843.

Esta exposición reúne obras de la Biblioteca Nacional, del Museo Lázaro Galdiano, de la Bibliothèque de Bordeaux, del Museo del Prado, del Museo del Romanticismo y de colecciones privadas, junto a piezas de otros museos e instituciones públicas españolas.

http://www.bne.es/es/Actividades/Exposiciones/Exposiciones/Exposiciones2018/rosarioweissdibujos.html
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Mariano Fortuny en el Museo del Prado

Hasta marzo del 2018

Dentro de la línea de actuación iniciada hace ya varios años en la revisión de los grandes maestros de la pintura española del siglo XIX, el Museo del Prado presenta la gran exposición antológica “Fortuny (1838-1874)”patrocinada por la Fundación AXA y con la colaboración especial del Museo Fortuny de Venecia y el Museu Nacional d´Art de Catalunya.

Dedicada a uno de los artistas españoles del siglo XIX que ha gozado hasta nuestros días de una valoración más sostenida de su arte y de una mayor repercusión internacional, destacándose entre las figuras capitales del arte español de todos los tiempos, la exposición podrá visitarse en las salas A y B del edificio Jerónimos del 21 de noviembre de 2017 al 18 de marzo de 2018.

Aunque la figura de Fortuny ha sido celebrada desde antiguo por parte de la bibliografía especializada y a través de las numerosas exposiciones e iniciativas de diversa calidad e interés que se le han dedicado en las últimas décadas, su talla como artista y su profundo arraigo con la más genuina tradición de la gran escuela española argumentan la atención del Prado hacia este gran maestro  con la misma ambición y envergadura que viene dedicando a los pintores más sobresalientes que integran sus colecciones.

La exposición, comisariada por Javier Barón, jefe de Conservación de pintura del siglo XIX, se estructura en un recorrido articulado de forma cronológica por las aportaciones de Fortuny como pintor, acuarelista, dibujante y grabador. Junto a ellas se exhiben ejemplos de la extraordinaria colección de antigüedades que atesoraba en su atelier: preciosos objetos, algunos de ellos conservados hoy en las más importantes colecciones arqueológicas del mundo, que demuestran su interés por la observación detenida y explican el extremado refinamiento en la captación de las calidades, el color y la luz en sus propias creaciones artísticas y el asombroso virtuosismo de sus obra, que extendieron rápidamente su fama entre los grandes coleccionistas de Europa y Estados Unidos.

La Formación en Roma
La primera sección de la exposición, dedicada a su formación en Roma, incluye ya ejemplos de madurez tanto en sus academias a lápiz como en sus trabajos a la acuarela (Il contino) y al óleo (Odalisca). Si bien se trasladó a África para pintar los episodios de la guerra hispanomarroquí (La batalla de Wad-Ras), le atrajeron en cambio los tipos árabes y sus costumbres (Fantasía árabe), que nutrirían toda su carrera posterior y confirieron singularidad a su aportación al orientalismo europeo.

Entre 1863 y 1868 abordó el retrato (Mirope Savati, no expuesto antes en Europa), el gran cuadro decorativo (La reina María Cristina y su hija la reina Isabel pasando revista a las baterías de artillería, mostrado ahora en su posición original) y las copias de maestros del Prado (el Greco, Ribera, Velázquez y Goya), que contribuyeron a dar a su arte mayor profundidad y alcance. Su obra triunfó en los años finales de la década de 1860 a través de óleos y acuarelas de motivos del siglo XVIII (El aficionado a las estampas La vicaría) y árabes (Jefe árabe, Un marroquí, El vendedor de tapices, Calle de Tánger El fumador de opio). Esta última vertiente tuvo un desarrollo especial durante su estancia en Granada entre 1870 y 1872. Allí también abordó escenas de género en marcos arquitectónicos compuestos (Pasatiempos de hijosdalgos, Almuerzo en la Alhambra Ayuntamiento viejo de Granada). La mayor novedad deriva de sus trabajos del natural ante objetos, figuras (Viejo desnudo al sol), jardines y paisajes tanto al óleo como a la acuarela, la tinta y el lápiz. Obras como La Carrera del Darro, nunca vista fuera del British Museum, revelan su capacidad para la captación del ambiente con un color nuevo y fresco.

De vuelta a Roma, en 1873 trató los temas árabes con una ejecución más sintética (Árabe apoyado en un tapiz Fantasía árabe ante la puerta de Tánger), atendió a la vida cotidiana en Carnaval en el corso romano y en 1874 finalizó cuadros de género iniciados antes, como La elección de la modelo. En ese año una estancia en Portici supuso una inmersión en la naturaleza que le hizo plenamente consciente del color local y de las sombras coloreadas en sus pinturas de desnudos de niños en la playa, de los que se incluye un grupo de cuatro, dos de ellos inéditos, y en sus paisajes, como Calle de Granatello en Portici Paisaje napolitano, recién adquirido por el Prado. Su trabajo a la acuarela dio entonces sus mejores frutos en los dos ejemplos de Paisaje de Portici –uno presentado por vez primera– y en sus retratos de Cecilia de Madrazo y Emma Zaragoza.

Grandes instituciones de todo el mundo han permitido que esta muestra pueda celebrarse del mejor modo. Singular relevancia, por la amplitud de su préstamo, ha tenido la especial colaboración del Museo Fortuny de Venecia y del Museu Nacional d’Art de Catalunya.


La formación en Roma (1858-61)

Arena con línea de montaña. Marruecos
Fortuny y Marsal, Mariano


África y el descubrimiento de la pintura (1860 y 1862)


La Batalla de Wad-Rass (Episodio de la guerra de África)
Fortuny y Marsal, Mariano
1860 - 1861. Óleo sobre papel pegado en cartón, 54 x 185 cm.
Museo Nacional del Prado

                               Entre España e Italia

La Diputación de Barcelona encargó a Fortuny que viajara a Marruecos con el fin de recopilar información gráfica para elaborar después cuadros que representaran las gestas más destacadas de la guerra hispano-marroquí, en la que participaron tropas de voluntarios catalanes. En Marruecos a partir de febrero de 1860, además de seguir la campaña, que le llevó a presenciar, y luego a pintar, La batalla de Wad-Ras, el pintor se sintió atraído por las costumbres y los tipos árabes. Volvió en 1862 y tomó numerosos apuntes con el fin de representar para la Diputación La batalla de Tetuán, cuadro de grandes dimensiones que no llegó a terminar.

El descubrimiento de los espacios desnudos, la luz intensa y el color brillante del norte de África produjo un cambio radical en su pintura. Este es visible tanto en sus obras hechas del natural como en las realizadas en su estudio a partir de apuntes, de su recuerdo y de su imaginación. En estas últimas abordó con originalidad los aspectos de la vida árabe que por su pintoresquismo o por su misterio le habían interesado.                                                                        




































Entre España e Italia (1863-68)
Fantasía sobre Fausto











El triunfo internacional (1868-70)
La elección de la modelo










Granada (1870-72)
Ayuntamiento viejo de Granada.La

Los últimos años (1873-74)

La preparación de esta exposición ha tenido como base el estudio riguroso de diferentes archivos documentales, nunca antes explorados de manera sistemática. Uno de ellos, adquirido por el Museo del Prado, ha dado lugar a dos publicaciones complementarias, posibles gracias al mecenazgo de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson: 
El tomo I del Epistolario del Archivo Madrazo en el Museo del Prado y 
la biografía Cecilia de Madrazo, luz y memoria de Mariano Fortuny

https://www.museodelprado.es/actualidad/exposiciones
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La obra de Giorgio de Chirico en CaixaForum
Hasta el 28 de Febrero de 2018


La obra de Giorgio de Chirico (Volos, 1888 - Roma, 1978) se caracteriza por una incesante investigación en diferentes planos: desde su periodo metafísico inicial, en la década de 1910, el trabajo por el que más se le conoce, en el que muestra su personal transformación del arte clásico mediante sus enigmáticas piazzas de arquitectura renacentista, pasando por los temas iconográficos de las décadas de 1920 y 1930, sus investigaciones técnicas sobre la pintura de los grandes maestros durante la década de 1940, hasta su periodo neometafísico entre 1968 y 1976.

              

Esta exposición recorre las principales fases creativas de Giorgio de Chirico y retrata la continua investigación de la idea artística, marcada por una constante búsqueda en el plano iconográfico y simbólico capaz de crear una continuidad de la tradición artística italiana en el arte. Este empeño de continuidad fue uno de los elementos que determinó su posición destacada en el arte internacional, sobre todo en su influencia en el movimiento surrealista y en otros grandes artistas y escritores de la primera mitad del siglo XX.



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En la Residencia de estudiantes

Poetas del cuerpo. La danza en la Edad de Plata.
En la Residencia de Estudiantes
Hasta el 1 de abril de 2018.

Eran años de constante investigación artística y la danza no fue una excepción. Picasso. Miró, Zuloaga, Falla, Lorca, Alberti... se mezclaron con figuras como Antonia Mercé: La Argentina, Tórtola Valencia o Vicente Escudero que encontraron en los escenarios un espacio de libertad para experimentar con las estéticas de Vanguardia.



En la exposición se incluyen fotografías, óleos, escenografías, trajes, partituras y vídeos inéditos que reflejan el protagonismo que la danza adquirió en España en aquel momento y también su gran proyección  internacional.





El relato se inicia en la bisagra de los siglos XIX y XX, para situar al visitante en el panorama cultural en el que se imbricaba la danza clásica y académica del Teatro Real y el Liceo, así como otro tipo de vertientes escénicas, desde las variedades hasta el flamenco de los cafés cantantes. 

La exposición está estructurada en cuatro grandes ámbitos, que responden a criterios cronológicos:

1. Una danza nueva
2. Los años de esplendor
3. La danza en la Residencia de Estudiantes.
4. Un legado tras la Guerra Civil.




La llegada en 1916 de los Ballets Russes de Diaghilev en la primera de sus giras por España constituiría un punto de inflexión en la historia de la danza, sirviendo de modelo colaborativo entre bailarines, literatos, músicos y pintores. La circulación de otras compañías extranjeras y las nuevas propuestas ofrecidas por creadores e intelectuales españoles fueron el revulsivo necesario para el inicio de una danza nueva a mediados de los años veinte. 



Aunque en 1925 el cierre del Teatro Real afectó negativamente a la evolución de la danza clásica, que hubo de sobrevivir en otros escenarios y academias, el estreno en París de la versión para ballet de "El amor brujo" de Falla por Antonia Mercé, la Argentina, avanzaba las amplias perspectivas que su futura compañía abriría hacia el final de la década. Al igual que sus Ballets Espagnols, los estrenos de Vicente Escudero, Teresina Boronat o Joan Magrinyà lograron grandes éxitos con la colaboración de poetas, compositores y artistas visuales.




La muestra, además, dirige el foco hacia la presencia de la danza en el contexto del institucionismo y la Residencia de Estudiantes. En sus grupos femenino y masculino la danza moderna se incluyó en sus programas académicos, mientras que su vertiente española estuvo presente en actividades y proyectos desarrollados por los círculos de residentes. La amistad de Federico García Lorca y Encarnación López, la Argentinita, la representación de la versión de "El amor brujo" de la Compañía de Bailes Españoles o el proyecto frustrado del estreno de Clavileño, concebido por Maruja Mallo y Rodolfo Halffter, son algunos de los ejemplos de la memoria de aquellas danzas que habitaron los espacios de la Residencia.

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https://www.youtube.com/watch?v=5r0JAx8bDag

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Picasso y Lautrec en el Museo Thyssen.

Hasta el 21 de enero de 2018.





El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Picasso/Lautrec, la primera exposición monográfica dedicada a la comparación de estos dos grandes maestros de la modernidad. Aunque su relación artística ha sido reiteradamente establecida por la literatura y la crítica contemporánea esta es la primera vez que se confronta la obra de ambos en una muestra. La exposición plantea además nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de esa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
Comisariada por el profesor  Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma  Alarcó,  jefe  de  conservación  de  Pintura  Moderna  del  Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Picasso/Lautrec reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo o el universo erótico de los burdeles.


Henri de Toulouse-Lautrec murió en 1901, con 37 años. Desde los 15 fue un enano lisiado y deforme. Dos accidentes ecuestres lo redujeron a la impotencia social y lo empujaron al arte, con el que supo devolver el brillo al deslustrado escudo familiar. Tristemente para su aristocrática parentela, perteneció a una generación de artistas convencida de que la representación plástica del mundo debía cambiar tan rápidamente como él. Esto le indujo a prestar menos atención a las cosas aceptadas que a aquellas otras limítrofes con lo conveniente o claramente censuradas por la sociedad: burdeles, garitos nocturnos... Aunque sus dibujos y pasteles rezuman ironía y sarcasmo, su mirada revela también admiración por quienes, huyendo de formalismos, consiguen extraerle el jugo a la vida.
Toulouse-Lautrec fue el cronista del París cosmopolita de finales del XIX y también uno de los creadores del arte moderno. No era un observador omnisciente que contempla desde fuera, sino un espectador integrado en la narración. Esto le permitió captar con extraordinaria fidelidad la efervescencia y el hedonismo desatado de la época e incorporar al gran arte motivos extraídos de los ambientes marginales y la vida bohemia. La distinción entre alta cultura y cultura popular comenzó a borrarse entonces, dando la razón a quienes afirman que Montmartre, centro del entretenimiento nocturno de París, hizo por la igualdad de clases mucho más que cualquier revolución.
La pelirroja con blusa balnca. Laotrec.
Picasso, del que se ha dicho que no fue un artista, sino una fuerza de la naturaleza, llegó a París desde Barcelona en octubre de 1900 ansioso por visitar tales ambientes. Asimiló toda la tradición pictórica, desde lo más profundo a la Vanguardia. Lamentablemente, a Toulouse-Lautrec le quedaba menos de un año de vida. No tuvieron oportunidad de conocerse. El malagueño estaba familiarizado con su obra por las revistas ilustradas y seguramente habría entablado con gusto relación con él. Aquel aristócrata sarcástico aficionado al igual que él a los placeres de la existencia («Uno es horrible -decía sin complejos- pero la vida es hermosa»), tenía todo para despertar su interés. De hecho, tomó de él cuanto pudo. A fin de cuentas, la capacidad de absorción fue uno de los rasgos característicos de su genio.
En 1899, el joven Picasso se vincula a Els Quatre Gats, grupo de escritores y artistas de la vanguardia de Barcelona cercanos al modernismo y al decadentismo e influidos, entre otros, por Toulouse-Lautrec. Pero será entre 1900 y 1904, años en los que el pintor español reside intermitentemente en París antes de instalarse allí de forma definitiva, cuando entraría en contacto directo con la obra de los pintores postimpresionistas como Lautrec. 
Durante esos años, su temática se centra en los bajos fondos de la ciudad y en los ambientes nocturnos de los cafés-concierto y, como podrá verse en la exposición, su pintura experimenta una influencia evidente de la obra de Lautrec.  




















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Ignacio Zuloaga

Hasta el 7 de ENERO en la FUNDACION MAPFRE.

La exposición en Madrid de Ignacio Zuloaga en el París de la Belle Époque pretende ofrecer una imagen de la obra del pintor de Eibar poco habitual en España. Sin obviar la interpretación tradicional que le une al tópico de la España negra, el recorrido expositivo excede esta concepción y muestra cómo la pintura de Zuloaga (Éibar, 1870-Madrid, 1945) combina un profundo sentido de la tradición con una visión plenamente moderna, especialmente ligada al París de la Belle Époque y al contexto simbolista en el que el pintor se mueve por aquellos años.
Para poder contar esta visión del pintor Ignacio Zuloaga es necesario situar su obra junto a la producción de otros artistas contemporáneos como Paul Gauguin, Paul Sérusier, Pablo Picasso, Francisco Durrio, Santiago Rusiñol, Maurice Denis, Émile Bernard, Giovanni Boldini, Jacques Émile Blanche o el escultor Auguste Rodin, entre otros. La muestra, con más de 90 obras, ha contado con más de 40 prestadores, entre colecciones particulares nacionales e internacionales además de la propia familia Zuloaga, e instituciones como la Galleria Internazionale d’Arte Moderna di Ca’ Pesaro, Venecia; Museum of Fine Arts, Boston; Musée d’Orsay, París; Musée national Picasso, París; Musée Rodin, París; Museo de Bellas Artes de Bilbao; National Gallery of Art, Washington D.C.; The State Hermitage Museum, San Petersburgo o The State Pushkin Museum of Fine Arts, Moscú.
Ignacio Zuloaga 
Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, 1913. Museo de Bellas Artes de Bilbao .

En 1889, con tan solo 19 años, Ignacio Zuloaga llega a París, por entonces capital mundial del arte moderno. En pintor encuentra una ciudad en plena ebullición cultural, en la que se dan cita las más innovadoras tendencias y en la que pintores, escultores, y escritores experimentan con nuevos lenguajes artísticos que conducirían hacia la modernidad.
El pintor participa activamente de este París de fin de siglo. Al poco de llegar, entra en contacto con Paul Gauguin, Henri de Toulouse-Lautrec, Edgar Degas o Jacques-Émile Blanche y presenta sus obras en los principales salones y galerías parisinos. Asimismo, su obra refleja la influencia de algunos de los movimientos artísticos en boga, como el simbolismo.
La experiencia parisina del pintor Ignacio Zuloaga es fundamental para entender su obra, pues su pintura, a medio camino entre la cultura francesa y la española, excede con mucho los límites que la historiografía tradicional del arte ha establecido, asociando Zuloaga a la generación del 98 y por lo tanto a la conocida como “España negra”, una España de la tragedia, de lo hondo e incomprensible. No obstante, críticos como Charles Morice o Arsène Alexandre, poetas como Rainer Maria Rilke, y artistas como Émile Bernard o Auguste Rodin consideraron la obra del pintor vasco como un referente para el arte moderno.
Fue en este París brillante y dinámico, el anterior a la contienda, centro del gusto artístico y literario, en el que Zuloaga brilló con luz propia, en un camino paralelo y comparable al de muchos de los mejores artistas del momento. Estos años tendrán su punto y final en 1914, no tanto por la trayectoria del propio Zuloaga, que una vez encontrada su propia voz y su lugar en el escenario internacional, seguirá trabajando dentro de unos mismos planteamientos, sino porque el París y la Europa, de antes y de después de la Gran Guerra serán completamente distintos.
/www.fundacionmapfre.or

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