12 de diciembre de 2017

Picasso y Lautrec en el Museo Thyssen.





El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Picasso/Lautrec, la primera exposición monográfica dedicada a la comparación de estos dos grandes maestros de la modernidad. Aunque su relación artística ha sido reiteradamente establecida por la literatura y la crítica contemporánea esta es la primera vez que se confronta la obra de ambos en una muestra. La exposición plantea además nuevos puntos de vista de esta apasionante relación, pues no se limita al tópico del joven Picasso admirador de Lautrec en Barcelona y sus primeros años en París, sino que ha rastreado la pervivencia de esa huella a lo largo de la dilatada trayectoria del artista español, abarcando también su periodo final.
Comisariada por el profesor  Francisco Calvo Serraller, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, y Paloma  Alarcó,  jefe  de  conservación  de  Pintura  Moderna  del  Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Picasso/Lautrec reúne más de un centenar de obras, procedentes de unas sesenta colecciones públicas y privadas de todo el mundo, organizadas en torno a los temas que interesaron a ambos artistas: los retratos caricaturescos, el mundo nocturno de los cafés, cabarets, teatros, la cruda realidad de los seres marginales, el espectáculo del circo o el universo erótico de los burdeles.


Henri de Toulouse-Lautrec murió en 1901, con 37 años. Desde los 15 fue un enano lisiado y deforme. Dos accidentes ecuestres lo redujeron a la impotencia social y lo empujaron al arte, con el que supo devolver el brillo al deslustrado escudo familiar. Tristemente para su aristocrática parentela, perteneció a una generación de artistas convencida de que la representación plástica del mundo debía cambiar tan rápidamente como él. Esto le indujo a prestar menos atención a las cosas aceptadas que a aquellas otras limítrofes con lo conveniente o claramente censuradas por la sociedad: burdeles, garitos nocturnos... Aunque sus dibujos y pasteles rezuman ironía y sarcasmo, su mirada revela también admiración por quienes, huyendo de formalismos, consiguen extraerle el jugo a la vida.
Toulouse-Lautrec fue el cronista del París cosmopolita de finales del XIX y también uno de los creadores del arte moderno. No era un observador omnisciente que contempla desde fuera, sino un espectador integrado en la narración. Esto le permitió captar con extraordinaria fidelidad la efervescencia y el hedonismo desatado de la época e incorporar al gran arte motivos extraídos de los ambientes marginales y la vida bohemia. La distinción entre alta cultura y cultura popular comenzó a borrarse entonces, dando la razón a quienes afirman que Montmartre, centro del entretenimiento nocturno de París, hizo por la igualdad de clases mucho más que cualquier revolución.
La pelirroja con blusa balnca. Laotrec.
Picasso, del que se ha dicho que no fue un artista, sino una fuerza de la naturaleza, llegó a París desde Barcelona en octubre de 1900 ansioso por visitar tales ambientes. Asimiló toda la tradición pictórica, desde lo más profundo a la Vanguardia. Lamentablemente, a Toulouse-Lautrec le quedaba menos de un año de vida. No tuvieron oportunidad de conocerse. El malagueño estaba familiarizado con su obra por las revistas ilustradas y seguramente habría entablado con gusto relación con él. Aquel aristócrata sarcástico aficionado al igual que él a los placeres de la existencia («Uno es horrible -decía sin complejos- pero la vida es hermosa»), tenía todo para despertar su interés. De hecho, tomó de él cuanto pudo. A fin de cuentas, la capacidad de absorción fue uno de los rasgos característicos de su genio.
En 1899, el joven Picasso se vincula a Els Quatre Gats, grupo de escritores y artistas de la vanguardia de Barcelona cercanos al modernismo y al decadentismo e influidos, entre otros, por Toulouse-Lautrec. Pero será entre 1900 y 1904, años en los que el pintor español reside intermitentemente en París antes de instalarse allí de forma definitiva, cuando entraría en contacto directo con la obra de los pintores postimpresionistas como Lautrec. 
Durante esos años, su temática se centra en los bajos fondos de la ciudad y en los ambientes nocturnos de los cafés-concierto y, como podrá verse en la exposición, su pintura experimenta una influencia evidente de la obra de Lautrec.  



















https://www.museothyssen.org/exposiciones/picassolautrec
https://www.esmadrid.com/agenda/picasso-lautrec-museo-thyssen-bornemisza
http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-picasso-lautrec-supremacia-instinto.

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