8 de octubre de 2022

Visita al Museo del Romanticismo



Como cada temporada, iniciamos el curso visitando uno de los grandes museos madrileños: El año pasado visitamos el museo Arqueológico,  el anterior el museo de El Prado... Este año hemos decidido empezar el curso en EL MUSEO DEL ROMANTICISMO.

Un museo que quiere  dejar constancia  de nuestra  historia durante  el siglo XIX: de las costumbres de ese momento, de los objetos artísticos y de los cotidianos, que formaban parte del día a día,  de la forma de vida... Prestando especial atención a la corriente estética del Romanticismo.

Pero  esta vez, nuestra visita fue eminentemente histórica, dirigida por  la  historiadora y profesora,  Carmen Manso de Zuñiga, y por ello, centrada en la institución de la monarquía. Siendo así,  recordamos la figura de Fernando VII, rey de España llamado " el deseado". Nació en San Lorenzo del Escorial en 1784 y murió 1833. Ocupo el trono español entre 1808, tras la salida de España del" rey intruso" José I, Bonaparte, y a su  vuelta al país nuevamente, desde mayo de 1814, hasta su muerte, exceptuando el pequeño intervalo de unos pocos días de 1823, en que sus funciones serán asumidas por un Consejo de Regencia, de acuerdo con lo establecido en la constitución de 1812.

Retrato de Fernando VII pintado por Vicente López.

Tuvo grandes problemas con sus cuatro esposas para engendrar un heredero, y pasó de ser "deseado"  a ser "odiado", causa de sus traiciones y felonías. No lograría engendrar un vástago varón, sino que transmitió su cargo a su hija Isabel II, la primogénita de su enlace con la última esposa del cuarteto. 

Retratos de Fernando VII, Isabel II y su madre María Cristina. Pintados por Vicente López y otros artistas.

La primera mujer que inauguró la costumbre  de Fernando VII de casarse con miembros de su familia fue María Antonia de Nápoles, quien entonces veía príncipe de Asturias como "enteramente memo, siquiera un marido físico, y, por añadidura un latoso". La boda se produjo en el año 1802, pero la primera vez que se vieron cara a cara, la reina creyó desmayarse: "en el retrato parecía más bien feo que guapo; pues bien comparado con el original es un adonis" escribió al archiduque de Toscana su primo. 

Siendo príncipe de Asturias, no era muy partidario de Manuel Godoy, el hombre fuerte, y en la sombra, de su Padre, el rey Carlos IV. Varios nobles se unieron a su causa, e incluso al joven heredero no le importaba desprestigiar a Godoy o a su  propia madre (de la que se decía que era amante) con tal de hacerse con un trono antes  tiempo. El futuro Fernando VII no dudó entonces en aproximarse a Napoleón Bonaparte para que así se pusiera de su parte en la disputa con Godoy y  se dio a conocer una intriga del heredero en el proceso de en Escorial 1807, un juicio en el que Fernando terminó pidiendo perdón a su Padre  por sus conspiraciones.

Tras la entrada de los franceses en España, Fernando vio que aquélla era su oportunidad de acabar con Manuel Godoy, el pueblo estaba también en contra de éste, por lo que los partidarios de Fernando VII aprovecharon el hecho y dirigieron a la multitud hacia el palacio en el que estaban los reyes, Godoy se escondió, y se dice que el propio Fernando intercedió por su vida. Al final, Carlos IV abdicó en  favor de su hijo, en lo que se conoce como el Motín de Aranjuez, y fue proclamado rey en agosto de 1808.

En esta fotografía, un Retrato de Godoy. Yo, cuando era estudiante joven, tenía verdadera intriga en conocer la imagen de aquel hombre conquistador,  donde los hubiere. Me llevé una total decepción. 

Napoleón I Bonaparte jugó con Carlos IV y su hijo Fernando VII, para darle y la corona de España a su propio hermano José I Bonaparte, y tras la invasión de España por parte del Imperio Napoleónico, aconteció la Guerra de la Independencia, creándose las Cortes de Cádiz y redactándose la Constitución de 1812.

A pesar de todo,  España estaba dividida entre liberales, que querían que se afianzaran las conquistas adquiridas, y absolutistas, que pretendían volver a la situación del Antiguo Régimen. Lucharon entre ellos, acusándose unos a otros, durante todo reinado de Fernando, que después de la intrusión  napoleónica, se podría  dividir en tres fases o etapas:


  • 1814-1820. La vuelta del rey de su exilio francés, recibido con entusiasmo por el pueblo español y vuelta al absolutismo. Se restablecieron organismos políticos y administrativos que existían antes de la guerra de de Independencia. Además regresaron los privilegios de ciertas clases sociales y se limitó la autonomía de las colonias españolas en América.
  • 1820-1823. Trienio liberal. Un levantamiento militar, capitaneado por Riego, consigue temporalmente la restitución de la Constitución de 1812, pero fracasa por la intervención francesa.
  • 1823-1833. Década Ominosa. Fuerte represión contra los liberales, aunque al final de su reinado Fernando VII necesita el apoyo de los grupos más moderados para su hija Isabel.
Retrato de Rafael Riego en el museo. Murió ejecutado a los 39 años.

Isabel II llega al trono  gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713, la Ley Sálica, ​ por medio de la Pragmática Sanción de 1830. Esto provocó la insurgencia del infante Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y tío de Isabel II, quien, apoyado por los grupos los denominados «carlistas», ya había intentado proclamarse rey durante la agonía de Fernando. Comienzan así, las Guerras Carlistas.

Retrato constitucional de la Reina que aparece en la escalinata del museo .

Durante los primeros años de su reinado, mientras Isabel era una niña, la regencia fue asumida por su madre, María Cristina de Borbón Dos Sicilias; su regencia duraría hasta 1840 y coincidiría con la Primera guerra Carlista (1833-1840). Desde el  1840 hasta 1843 la regencia fue asumida por el General Espartero que finalmente también fue obligado a abandonar el cargo. Las Cortes decidieron adelantar un año la mayoría de edad de la reina, prevista para cuando cumpliera catorce años. Así, el 8 de noviembre de 1843, Isabel II fue declarada mayor de edad.

Cuando Isabel II contaba con dieciséis años, el Gobierno arregló un matrimonio con su primo, el infante Francisco de Asis de Borbón. Los cónyuges eran primos carnales por vía doble. El matrimonio hizo aguas muy pronto, y nunca sería feliz. A pesar de lo cual,  fueron padres en doce ocasiones.

Salón de baile.

Durante el reinado de Isabel II, España se modernizó notablemente gracias al tendido de muchas líneas de ferrocarril, siendo la primera en la península la que conectaba Mataró con Barcelona La creación de la red ferroviaria sirvió a muchos personajes de la clase dominante para enriquecerse, como la madre de la propia reina, o el marqués de Salamanca, un banquero malagueño que obtuvo con la aquiescencia de la Corona y el Parlamento, toda una serie de concesiones.

Salón de  música de la época. Los retratos situados a los lados del espejo central son de los moradores 

 
En el terreno de la instrucción que recibió la reina, se comprueba una educación escasa, descuidada y sujeta a los vaivenes políticos que, como ocurrió en 1841, produjeron el relevo radical del personal de palacio, entre ellos la aya y el preceptor de Isabel. 

Su nuevo preceptor será Argüelles que, si bien denominó a Isabel la «alumna de la Libertad», no demostró un excesivo celo en la preparación real, deficiente en lo intelectual y en lo político. Si a esa precariedad en su formación unimos lo prematuro de su mayoría de edad, podremos explicarnos fácilmente la manipulación interesada y partidista a la que fue sometida por su familia, las camarillas cortesanas y determinados políticos, así como sus dificultades para cumplir de forma eficaz las funciones políticas que el sistema constitucional le confería. 

Como la misma Isabel reconocía en una de las conversaciones que mantuvo en 1902 con Pérez Galdós, el poder le llegó muy pronto y con él la adulación, las manipulaciones y conspiraciones propias de la Corte: ¿Qué había de hacer yo, jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno a mi voluntad, con todo el dinero a mano para mis antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo?... Póngase en mi caso... («La reina Isabel», en Memorandap. 22).

La reina rodeada de su generales: Narváez, O´Donell, Castaños, 
Espartero.

La Reina ​ tuvo que hacer frente a la Revolución de 1868 (conocida como La Gloriosa),​ que la obligó a abandonar España en tren desde San Sebastián donde veraneaba. Isabel II se exilió en Francia, allí recibió el amparo de Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo. En 1870 abdicó en París en favor de su hijo, el futuro Alfonso XII.


Actividades Culturales Tíltide
Profesora: Carmen Manso de Zúñiga. Historiadora, por la UCM.
C. Fernando el Católico, 28
28015 Madrid



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