En 1879, el Diablo tomó la firme decisión de instalarse de forma definitiva en la capital de España. Para diseñar el que habría de ser su domicilio, escogió al escultor Ricardo Bellver y Ramón, que junto al arquitecto Francisco Jareño y Alarcón, serían los encargados de levantar el Monumento al Ángel Caído, que no estaría finalizado hasta 1885.
Antes de marcharnos rumbo al parque de El Retiro, os diré que, en la escalinata de entrada a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, podemos contemplar una copia algo mas pequeña de la figura del Angel Caido realizada en yeso patinado por el propio Bellver en 1887. Un segundo hogar para los duros meses del invierno madrileño.
El Monumento del Ángel Caído se encuentra en los Jardines del Buen Retiro, sobre el solar que ocupó la La Real Fábrica del Buen Retiro, conocida popularmente como “La China”, hasta su destrucción por los franceses en 1813 durante la Guerra de la Independencia.
El autor de la escultura, que representa a Lucifer en el momento de ser arrojado del cielo por Dios, fue el madrileño Ricardo Bellver y Ramón, que se encontraba en 1877 en su tercer año como pensionado en la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Fue entonces cuando realizó en yeso y gracias a la ayuda recibida del duque de Fernán Núñez, la obra titulada El Ángel Caído, con la que año siguiente, gano por cinco votos contra dos, la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid el año siguiente. La obra ganadora fue adquirida por el Estado por 4.500 pesetas y se decidió enviarla a París con motivo de la Exposición Universal de 1878. Para su realización, Bellver se inspiró en un fragmento del Canto I del poema narrativo de John Milton, El Paraiso perdido, tal y como consta en el catalogo de la Exposición.
“Por su orgullo cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado”
(John Milton – El Paraiso perdido, Canto I)
Antes de su regreso de París, el Estado español, propietario de la escultura en yeso, decidió pasar la obra a bronce, para lo que se tuvo que llegar a un acuerdo con el escultor, que deseaba realizar la obra en Roma. El coste de la operación fue de 10.000 pesetas de las de entonces. En cuanto al modelo en yeso, fue destruido tras la fundición. El Ángel Caído pasó a partir de ese momento a formar parte de la colección del Museo Nacional del Prado. En octubre de 1879 se propuso a la Dirección General de Instrucción Pública que la obra fuera instalada al aire libre.
“La estatua del Ángel Caído, por lo atrevido de su composición, por su original actitud y también por la materia en que ha sido fundida, tal vez no produzca todo el efecto apetecido, encerrada cual está en los estrechos límites de una sala, mientras que colocada en un sitio público, al aire libre con más espacio y horizonte, luciría ventajosamente el mérito de tan bella creación, sirviendo al mismo tiempo de ornato e iniciando de este modo al público en la contemplación de los buenos modelos del arte plástico que tan poderosamente contribuye a su cultura”
Para sorpresa de propios y extraños la petición fue aceptada, pese a tratarse de una representación de Lucifer, y la obra se cedió al Ayuntamiento de Madrid para su instalación en los Jardines del Buen Retiro. En mayo de 1880 se encargó al arquitecto Francisco Jareño y Alarcón, que diseñará un pedestal sobre el que se apoyaría la obra de Bellver. Fue realizado en granito, bronce y piedra, adoptando la estructura de una fuente con un amplio pilón de forma ochavada con unas dimensiones aproximadas de 10 metros de largo por 10 de ancho, sobre el que se apoya el Ángel Caído con sus 2,65 metros de altura.
Presenta la forma de una pirámide truncada, de planta octogonal, y en cada uno de sus lados se pueden ver unas máscaras fundidas en bronce, que representan a diablos que sujetan con sus manos lagartos, sierpes y delfines. Tres surtidores en cada una de ellas arrojan agua en el pilón de la fuente. Sobre dicha base se sitúan otros tres cuerpos, el último de ellos formado por tres escalones circulares, sobre el que descansa la escultura del Ángel Caído que remata el monumento.
En cuanto a la figura de Lucifer, este se nos presenta a la vista con la cabeza mirando hacia el Cielo, de donde ha sido expulsado por el mismísimo Dios contra el que oso rebelarse. Le vemos con las alas desplegadas y su hermoso cuerpo contorsionado, con el brazo izquierdo sobre su frente parece querer protegerse de la ira divina y su boca esta abierta en un dramático y expresivo gesto de espanto e incredulidad ante el tremendo castigo impuesto por Dios. Su brazo derecho y sus piernas ya son presa de las serpientes que han de arrastrarlo hasta los abismos mas profundos, donde permanecerá por toda la eternidad. Un castigo a todas luces excesivo.
Gracias a todos los que han tomado parte en esta entrada.
Se a de la temática que sea, pero no cabe duda que que es una escultura que tiene movimiento y eso esta muy logrado.
ResponderEliminarGracias por compartir estas observaciones.
Ya estamos en la recta final del Curso.
Besos feliz domingo Matilde.